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plato de hummus

Haz hummus y no la guerra

¿Puede ser el hummus una manera de conseguir la paz en Oriente Medio?

Publicado: 2013-11-11

Para responder esa pregunta el director australiano Trevor Graham inició un recorrido por Oriente Medio con la intención de grabar el documental Make Hummus not War, donde se descubre que el hummus no es únicamente un plato y el dip más famoso del mundo, también es una identidad: hay chistes sobre hummus, blogs sobre hummus, hummus hipsters e, incluso, hummusexuales. Y la paternidad de todo este garbanzal se la disputan Palestina, Israel y el Líbano.

Pero el padre de la criatura podría ser cualquiera. O todos al mismo tiempo. La primera vez que apareció el hummus fue en el siglo XII, en la mesa de Saladin, sultán de Egipto y Siria. Durante 400 años el Imperio Otomano (y el hummus) se fueron expandiendo por buena parte de Oriente Medio hasta los años 40 del siglo XX, que la torta continental se partió en distintos trozos que llamaron naciones. A cada cual le tocó su plantación de garbanzos que, en mortero o licuadora, mezclaron con limón, sal, ajo, tahine y aceite de oliva.

Pero Israel, que tiene más habilidad para los negocios, le puso unas gotitas de preservantes, creó muchas variedades (incluso uno con chimichurri) lo industrializó y exportó a Estados Unidos. Tras una década de panes pita bañados en hummus han llegado a facturar 4,000 millones de dólares al año.

La Asociación Nacional de Industriales libaneses demandó a Israel por haber reclamado la propiedad de platos tradicionales árabes, como el falafel, tabulé y hummus, que los libaneses consideran de su propiedad. Israel contraatacó con el plato de hummus más grande del mundo (4 toneladas), que les valió el récord Guinness.

Mientras tanto, en Filadelfia y a ritmo de Lady Gaga, un grupo de activistas entró a un supermercado a boicotear el hummus israelí porque consideraban que financiaba guerras y atentaba contra el pueblo palestino.

Pero, independientemente de quién sea el padre, ¿cuál es el mejor? Muchos dicen que el mejor se come en Lina, un pequeño restaurante en la parte palestina de Jerusalén, donde Trevor Graham descubrió a soldados israelíes, habituales comensales del local, dándose la vuelta al ver una cámara que podía poner en evidencia la “traición”. Ghaleb Zhadeh, el hombre tras el hummus de Lina, defiende su plato diciendo que el sabor depende de Dios.

Estas y otras anécdotas pueden verse en el documental de Graham. Para él, la paz será posible cuando las partes involucradas se puedan sentar a la mesa a compartir un plato de hummus, con garbanzos encima o debajo, más o menos ligeros o con más limón y sésamo.


Escrito por

Verónica Ramírez Muro

Periodista. Vive en Madrid. La mayor parte del tiempo piensa en comer. El resto, en encontrar historias como las que leerá en esta página.


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